Para cualquier sociedad y, para el conjunto de la humanidad, el trato a las minorías no es un asunto como otros muchos; es, junto con el trato a las mujeres, a los ancianos y a los niños, uno de los datos más reveladores de progreso o retroceso ético. Un mundo en el que se respete cada día más la diversidad humana, en donde todas las personas puedan expresarse en la lengua que prefieran, profesar en paz sus credos y asumir tranquilamente sus orígenes sin exponerse a la hostilidad y al desprestigio ni de las autoridades ni de la población mayoritaria. Ese sería un mundo que estaría avanzado, que progresaría y que remontaría el vuelo. Al contrario, cuando prevalecen las situaciones crispadas en lo referente a las identidades, como sucede actualmente en la gran mayoría de países, tanto en el norte como en el sur y en el este como en el oeste y en occidente como en oriente, cuando resulta cada día un poco más difícil poder ser tranquilamente quienes somos y utilizar nuestra lengua o practicar nuestras creencias en libertad, ¿cómo no hablar de retroceso?.
Hace ya muchos años, en 1948, se realizó la proclamación de los derechos humanos, en la cual su artículo segundo dice: "Toda persona tiene todos os derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índoles, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en a condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación o soberanía" y la han firmado todos los integrantes de la ONU, sean países, minorías o cualquier otro miembro de la organización.
Hace ya muchos años, en 1948, se realizó la proclamación de los derechos humanos, en la cual su artículo segundo dice: "Toda persona tiene todos os derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índoles, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en a condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación o soberanía" y la han firmado todos los integrantes de la ONU, sean países, minorías o cualquier otro miembro de la organización.
En uno de los mejores libros que he leído sobre el conflicto permanente entre dos sociedades tan antiguas y seculares como la cristiana y la musulmana, "EL desajuste del mundo" de Amin Malouf, el autor escribe: "Lo que reprocho en la actualidad al mundo árabe es la indigencia de su conciencia ética; lo que le reprocho a occidente es esa propensión que tiene a convertir su conciencia ética en herramienta de dominio......En las palabras de unos sería vano buscar huellas de una preocupación ética o referencias a valores universales; en las de los otros hay una omnipresencia de esas preocupaciones y esas referencias, pero se usan de forma selectiva y se moldean continuamente para ponerlas al servicio de determinada política".
Se puede admitir que el comportamiento de occidente con los países musulmanes en general y con los del golfo pérsico en particular no sólo no ha sido edificante sino que ha contribuido a que se haya desatado una violencia exacerbada entre diferentes fracciones. También se puede admitir que determinadas empresas o sectores se hayan beneficiado del baño de sangre y la destrucción que se ha ocasionado ne países como Irak, Siria o Líbano, pero cuando unos militantes sunnies se pone al volante de un camión bomba o se adosan un cinturón bomba al pecho para hacer saltar por los aires un mercado al que acuden familias chiies o una cafetería en la que desayunan cristianos y a ese asesino algunos predicadores le denominan héroe, mártir y además dicen que alcanzará el paraíso, es el propio mundo árabe el que debe autoexaminarse y pensar. Sin duda estos hechos deben ser una vergüenza para aquellos musulmanes que sean conscientes de su historia y de su legado. Por todo lo expuesto, debería de formarse algún tipo de comisión que fuese capaz de educar y explicar a todas las partes que es un problema de respeto y convivencia e intentar integrar y no separar.
Pero este no es un caso aislado entre musulmanes y cristianos. En Birmania, un monje budista (?) incita a la violencia y hace declaraciones como: "Uno puede estar lleno de bondad y de amor pero no se puede dormir al lado de un perro rabioso" y se jacta de ser conocido como el Bin Laden budista e incitar a matar infieles. En el mismo paquete se podría citar el secuestro y asesinato de Mohamed Abú Judeir por parte de judíos radicales en Jerusalén como venganza por el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes, que llevó incluso a algún rabino a avergonzarse de ser judío. También se puede citar la masacre de Srebrenica, donde 8000 musulmanes fueron asesinados. Estos son sólo tres ejemplos, pero el número de casos es interminable y los hay de todos los colores y en ellos están implicados todas creencias. Pero si lo repasamos bien, ¿de verdad matan por una causa religiosa?. Realmente ya lo compuso Bob Dylan hace muchos años y lo han cantado multitud de artistas, deberíamos escuchar al viento:
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