Este es el comentario de Joaquín Garrido Vázquez a mi anterior entrada.
Dado que el blog no admite comentarios mayores de 4096 caracteres he
considerado que la mejor solución es publicarlo como entrada.
Verás, una de las cosas que más
me molesta de los políticos y de los que, no siéndolo, incorporan sus modos y
maneras, es el cinismo con el que se dirigen a uno para decirle que determinado
tema “requiere una solución política”. Y te lo sueltan mirándote a los ojos,
con la sonrisa en la boca, como diciéndote, “fíjate acémila, de qué manera tan
simple resolvemos los profesionales este asunto”. Les falta por añadir,
gilipuertas.
Eso me molesta por dos razones. La primera es porque, conocedores como son de la importancia de la apropiación del significado del lenguaje que emplean, utilizan “solución política”, como eufemismo para referirse a “mira, tío, entre bomberos no vamos a pisarnos la manguera, de modo que vamos a ponernos de acuerdo y busquemos la manera de circunvalar las leyes, que, al fin y al cabo, nuestros votantes son una pandilla de castrati mentales y no se enteran”. A partir de aquí es fácil deducir la segunda razón: insultan a mi inteligencia cuando intentan colármela y que, encima, les aplauda.
Mira, no se puede llegar a conclusión alguna sin antes ponernos de acuerdo en que, cualquier cosa que no sea la aplicación de las normas legales, es saltarse la legalidad democráticamente establecida en este país. Nos podrá gustar o no, incluso podremos estar en desacuerdo radical sobre la forma en que se aplica, pero la realidad, la dura y cruda realidad dice eso: si no aplicamos las normas legales, nos las estaremos saltando arbitrariamente. Así de simple y así de claro. Por lo tanto, no mareemos la perdiz: se están transgrediendo las leyes (no creo que sea necesario recordar la jerarquización del corpus legal de cualquier país) y, por lo tanto, aplíquese lo previsto en la legislación y asunto concluido.
Ah, pero es que resulta que la aplicación de las leyes no es del agrado de los señores nacionalistas. Se trata de eso, claro. En ese caso, por Dios, faltaría más, dígame lo que desean que mañana se lo sirvo cocinado en bandeja de plata, como la cabeza del Bautista. O la de Vidal Cuadras, que para el caso… ¿Es de eso de lo que va esto?.
Para que no haya dudas y por lo que a mi respecta, estamos ante una ilegalidad manifiesta (una más) que debe ser respondida de la forma que contemplen las leyes, sin matices de ningún tipo. Y a quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga. Y a esta situación se llega porque desde hace muchos años se están mandando mensajes equívocos a los nacionalistas quienes creen que éste es un pulso que, como muchos otros previos, ganarán al Estado. Es más: aunque lo pierdan, están convencidos de dos cosas: habrán aumentado el martirologio independentista, cosa muy conveniente porque el stock que tienen anda un poco apolillado y, dos, están seguros de que rascarán algo más de lo que ya tienen, sea en financiación, en competencias o en lo que sea. Y vuelta a empezar.
Y fíjate que no les basta con intentar adaptar la legalidad a su conveniencia: es que no tienen inconveniente en apropiarse de MIS derechos, acostumbrados como están históricamente a que se les rinda pleitesía. Pues mira tú por dónde: no me da la gana de renunciar a mi derecho a opinar sobre mi país, así que…
Por eso mismo, no creo en la solución que planteas. Primero porque los ejemplos que usas (Escocia, etc) no son comparables ni histórica ni legalmente y, segundo, porque con lo que sugieres, un referéndum en toda España, no puedes estar seguro de poder gestionar el resultado. Si en Cataluña y el resto de España sale que si o que no, vale, pero, ¿qué pasa si sale no en un lado y si en el otro o viceversa?, ¿qué seguridad tienes de que un resultado adverso sería aceptado por los nacionalistas y que no volverían a dar la tabarra durante algunas generaciones?. Además, ¿sentarías el precedente de que el Estado hocica cuando la presión es suficientemente fuerte?. No, amigo mío, de eso, nada. Cuando el Estado se asienta democráticamente, por muchos fallos y defectos que tenga, no tiene que pedir perdón a nadie por defenderse de las agresiones que sufra.
Y discrepo también del chiste que acompaña tu texto: es sesgado, porque da una impresión que no es cierta. Cataluña no se acerca al Estado de buenas maneras, con su banderita constitucional para plantear “sus cosas”. Cataluña y el País Vasco aprovechan la coyuntura (cosa legítima, conste) y arrancan un tratamiento electoral clarísimamente favorable para los dos partidos nacionalistas en la maldita y nunca modificada ley electoral española. Y lo consiguieron por tres razones: por la debilidad del gobierno (acuérdate, la UCD de Suarez), el apoyo (¡cómo no!) incondicional de los partidos de izquierda de entonces (algún día tendrías que “bloguear” sobre las responsabilidades del PSOE en el actual estado de cosas) y, sobre todo, porque, ¡pobriños!, los políticos de Madrid pensaban que con ese tratamiento electoral y el grado de autonomía reconocida, se saciaban las tendencias disgregantes existentes en ambas regiones. El resto es Historia que puede leerse en las hemerotecas. Así que lo que el chiste refleja, la “insensibilidad de Madrid” ante los intentos “humildes y civilizados” de los catalanes contestados con exabruptos e insultos como fuente y semilla germinal del separatismo, está muy bien como chiste pero lo único que demuestra es el ingenio de los filoseparatistas para justificar su actitud. O ¿es que se nos ha olvidado la influencia que tenía el honorabilísimo e inmaculado señor Pujol y el peso específico de Cataluña en todas las reuniones a las que asistían?.
Además, como los que estamos en contra, somos imbéciles, acabamos por creernos ese discurso y nos metemos en cama con el sentimiento de culpabilidad, demonizados y haciendo actos de contricción por NUESTRA culpa. Insisto: acabamos convencidos, primero de que la culpa es nuestra y, segundo, incluso de que olemos mal y que esa es la razón por la que estos “guardiolas que mean colonia” desean alejarse de nosotros.
Créeme, el tema me tiene aburrido. MUY aburrido. Como esto es un blog público no te diré hasta dónde que si no lo fuese, te diría que me tiene hasta las pelotas. Me resulta cansino, reiterativo, plomizo, siempre lo mismo, siempre la misma cantinela: que si no tienen suficiente financiación, que si no se les reconoce su cultura, que si no se sienten suficientemente diferenciados, que si se persigue su idioma, que si no se les quiere, que si se desapegan… HARTO!; a ver si cambian de rollo, que la repetición desmedida provoca efectos contrarios al deseado. Y, además, hagas lo que hagas, siempre acaban silbando, abucheando, quemando e insultando los símbolos de “los demás”, cuando “los demás”, no es que respeten los suyos, es que nos importan lo justo.
Así que, oye, cuando los caminos necesarios para modificar el estado de cosas no te satisface y no encuentras modo de hacerlo a tu gusto, solo te queda el recurso revolucionario: ten lo que hay que tener y lánzate al monte a ver si, uno, te atreves y, dos, alguien te sigue. Cuando un Estado aguanta lo que se aguantó aquí con ETA, con sus novecientos y pico muertos, ¿alguien cree que ese mismo Estado va a echarse atrás porque algunos monten follones con claveles en la calle?.
Créeme si te digo que, a estas alturas de la partida, lo único que yo deseo es que esto no acabe como las tragedias griegas que, como sabes, tras el desorden y el caos, siempre se cerraban con derramamiento de sangre. Porque quizá aquí convenga recordar lo que Quinto Petilio le dijo a los rebeldes bátavos: Ochocientos años de prosperidad y disciplina han consolidado esta enorme máquina del Imperio romano, el cual no puede ser destruido sin derribar también a aquellos que lo destruyan (citado en: Roca Barea, M.E. 2016. Imperiofobia y leyenda negra. Pag. 84. Ed. Siruela).
Ya sé que nosotros no llevamos tantos años de prosperidad ni de disciplina ni somos el Imperio Romano, pero si algún insensato quiere ponernos a prueba…. Un fuerte abrazo
Eso me molesta por dos razones. La primera es porque, conocedores como son de la importancia de la apropiación del significado del lenguaje que emplean, utilizan “solución política”, como eufemismo para referirse a “mira, tío, entre bomberos no vamos a pisarnos la manguera, de modo que vamos a ponernos de acuerdo y busquemos la manera de circunvalar las leyes, que, al fin y al cabo, nuestros votantes son una pandilla de castrati mentales y no se enteran”. A partir de aquí es fácil deducir la segunda razón: insultan a mi inteligencia cuando intentan colármela y que, encima, les aplauda.
Mira, no se puede llegar a conclusión alguna sin antes ponernos de acuerdo en que, cualquier cosa que no sea la aplicación de las normas legales, es saltarse la legalidad democráticamente establecida en este país. Nos podrá gustar o no, incluso podremos estar en desacuerdo radical sobre la forma en que se aplica, pero la realidad, la dura y cruda realidad dice eso: si no aplicamos las normas legales, nos las estaremos saltando arbitrariamente. Así de simple y así de claro. Por lo tanto, no mareemos la perdiz: se están transgrediendo las leyes (no creo que sea necesario recordar la jerarquización del corpus legal de cualquier país) y, por lo tanto, aplíquese lo previsto en la legislación y asunto concluido.
Ah, pero es que resulta que la aplicación de las leyes no es del agrado de los señores nacionalistas. Se trata de eso, claro. En ese caso, por Dios, faltaría más, dígame lo que desean que mañana se lo sirvo cocinado en bandeja de plata, como la cabeza del Bautista. O la de Vidal Cuadras, que para el caso… ¿Es de eso de lo que va esto?.
Para que no haya dudas y por lo que a mi respecta, estamos ante una ilegalidad manifiesta (una más) que debe ser respondida de la forma que contemplen las leyes, sin matices de ningún tipo. Y a quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga. Y a esta situación se llega porque desde hace muchos años se están mandando mensajes equívocos a los nacionalistas quienes creen que éste es un pulso que, como muchos otros previos, ganarán al Estado. Es más: aunque lo pierdan, están convencidos de dos cosas: habrán aumentado el martirologio independentista, cosa muy conveniente porque el stock que tienen anda un poco apolillado y, dos, están seguros de que rascarán algo más de lo que ya tienen, sea en financiación, en competencias o en lo que sea. Y vuelta a empezar.
Y fíjate que no les basta con intentar adaptar la legalidad a su conveniencia: es que no tienen inconveniente en apropiarse de MIS derechos, acostumbrados como están históricamente a que se les rinda pleitesía. Pues mira tú por dónde: no me da la gana de renunciar a mi derecho a opinar sobre mi país, así que…
Por eso mismo, no creo en la solución que planteas. Primero porque los ejemplos que usas (Escocia, etc) no son comparables ni histórica ni legalmente y, segundo, porque con lo que sugieres, un referéndum en toda España, no puedes estar seguro de poder gestionar el resultado. Si en Cataluña y el resto de España sale que si o que no, vale, pero, ¿qué pasa si sale no en un lado y si en el otro o viceversa?, ¿qué seguridad tienes de que un resultado adverso sería aceptado por los nacionalistas y que no volverían a dar la tabarra durante algunas generaciones?. Además, ¿sentarías el precedente de que el Estado hocica cuando la presión es suficientemente fuerte?. No, amigo mío, de eso, nada. Cuando el Estado se asienta democráticamente, por muchos fallos y defectos que tenga, no tiene que pedir perdón a nadie por defenderse de las agresiones que sufra.
Y discrepo también del chiste que acompaña tu texto: es sesgado, porque da una impresión que no es cierta. Cataluña no se acerca al Estado de buenas maneras, con su banderita constitucional para plantear “sus cosas”. Cataluña y el País Vasco aprovechan la coyuntura (cosa legítima, conste) y arrancan un tratamiento electoral clarísimamente favorable para los dos partidos nacionalistas en la maldita y nunca modificada ley electoral española. Y lo consiguieron por tres razones: por la debilidad del gobierno (acuérdate, la UCD de Suarez), el apoyo (¡cómo no!) incondicional de los partidos de izquierda de entonces (algún día tendrías que “bloguear” sobre las responsabilidades del PSOE en el actual estado de cosas) y, sobre todo, porque, ¡pobriños!, los políticos de Madrid pensaban que con ese tratamiento electoral y el grado de autonomía reconocida, se saciaban las tendencias disgregantes existentes en ambas regiones. El resto es Historia que puede leerse en las hemerotecas. Así que lo que el chiste refleja, la “insensibilidad de Madrid” ante los intentos “humildes y civilizados” de los catalanes contestados con exabruptos e insultos como fuente y semilla germinal del separatismo, está muy bien como chiste pero lo único que demuestra es el ingenio de los filoseparatistas para justificar su actitud. O ¿es que se nos ha olvidado la influencia que tenía el honorabilísimo e inmaculado señor Pujol y el peso específico de Cataluña en todas las reuniones a las que asistían?.
Además, como los que estamos en contra, somos imbéciles, acabamos por creernos ese discurso y nos metemos en cama con el sentimiento de culpabilidad, demonizados y haciendo actos de contricción por NUESTRA culpa. Insisto: acabamos convencidos, primero de que la culpa es nuestra y, segundo, incluso de que olemos mal y que esa es la razón por la que estos “guardiolas que mean colonia” desean alejarse de nosotros.
Créeme, el tema me tiene aburrido. MUY aburrido. Como esto es un blog público no te diré hasta dónde que si no lo fuese, te diría que me tiene hasta las pelotas. Me resulta cansino, reiterativo, plomizo, siempre lo mismo, siempre la misma cantinela: que si no tienen suficiente financiación, que si no se les reconoce su cultura, que si no se sienten suficientemente diferenciados, que si se persigue su idioma, que si no se les quiere, que si se desapegan… HARTO!; a ver si cambian de rollo, que la repetición desmedida provoca efectos contrarios al deseado. Y, además, hagas lo que hagas, siempre acaban silbando, abucheando, quemando e insultando los símbolos de “los demás”, cuando “los demás”, no es que respeten los suyos, es que nos importan lo justo.
Así que, oye, cuando los caminos necesarios para modificar el estado de cosas no te satisface y no encuentras modo de hacerlo a tu gusto, solo te queda el recurso revolucionario: ten lo que hay que tener y lánzate al monte a ver si, uno, te atreves y, dos, alguien te sigue. Cuando un Estado aguanta lo que se aguantó aquí con ETA, con sus novecientos y pico muertos, ¿alguien cree que ese mismo Estado va a echarse atrás porque algunos monten follones con claveles en la calle?.
Créeme si te digo que, a estas alturas de la partida, lo único que yo deseo es que esto no acabe como las tragedias griegas que, como sabes, tras el desorden y el caos, siempre se cerraban con derramamiento de sangre. Porque quizá aquí convenga recordar lo que Quinto Petilio le dijo a los rebeldes bátavos: Ochocientos años de prosperidad y disciplina han consolidado esta enorme máquina del Imperio romano, el cual no puede ser destruido sin derribar también a aquellos que lo destruyan (citado en: Roca Barea, M.E. 2016. Imperiofobia y leyenda negra. Pag. 84. Ed. Siruela).
Ya sé que nosotros no llevamos tantos años de prosperidad ni de disciplina ni somos el Imperio Romano, pero si algún insensato quiere ponernos a prueba…. Un fuerte abrazo
P.D. Y cuando quieras que
hablemos de la asquerosa manipulación de los críos, no lo dudes. Los que
tuvimos que sufrir la Formación del Espíritu Nacional durante varios años de
bachillerato sabemos de que se trata