Desde hace unos años, estamos asistiendo a una cantidad importante de noticias que alertan de forma más bien injustificada sobre la presencia de contaminantes emergentes (recientemente descubiertos) en las masas de agua y los efectos que estos contaminates pueden tener en la salud de quienes consuman ese agua. Entre estos contaminantes emergentes se encuentran no sólo sustancias químicas sino también microorganismos resistentes a los antibióticos.
Como ingiere el ser vivo resistencias a los antibióticos |
Repasemos un poco la historia. En 1962 el libro de Rachel Carson “Primavera silenciosa” dio el primer aviso de que ciertos productos químicos artificiales
se habían difundido por todo el planeta, contaminando prácticamente a todos los
seres vivos hasta en las tierras vírgenes más remotas. Aquel libro, que marcó
un hito, presentó pruebas del impacto que dichas sustancias sintéticas tenían
sobre las aves y demás fauna silvestre. .
Unos años más tarde, el libro “Nuestro futuro robado”, escrito por Theo Colborn, Dianne Dumanoski y Pete Myers, reunió
por primera vez las alarmantes evidencias obtenidas en estudios de campo,
experimentos de laboratorio y estadísticas humanas, para plantear en términos
científicos, pero accesibles para todos, el caso de este nuevo peligro.
Comienza allí donde terminaba Primavera silenciosa, revelando las causas
primeras de los síntomas que tanto alarmaron a Carson. Basándose en décadas de
investigación, los autores presentan un impresionante informe que sigue la
pista de defectos congénitos, anomalías sexuales y fallos de reproducción en
poblaciones silvestres, hasta su origen: sustancias químicas que suplantan a
las hormonas naturales, trastornando los procesos normales de reproducción y
desarrollo.
Los
autores de “Nuestro futuro robado” repasan la investigación científica que
relaciona estos problemas con los "disruptores endocrinos",
compuestos químicos que dificultan la reproducción de los adultos y amenazan
con graves peligros a sus descendientes en fase de desarrollo. Explican cómo
estos contaminantes han llegado a convertirse en parte integrante de nuestra
economía industrial, difundiéndose con asombrosa facilidad por toda la
biosfera, desde el Ecuador a los polos. Y estudian lo que podemos y debemos
hacer para combatir este omnipresente peligro. Nuestro futuro robado, como
señala Al Gore, vicepresidente de EE UU y autor del prólogo: "es un libro de
importancia trascendental, que nos obliga a plantearnos nuevas preguntas acerca
de las sustancias químicas sintéticas que hemos esparcido por toda la Tierra".
Recientemente,
en 1999, se ha descubierto un nuevo concepto de contaminantes químicos persistentes en las
aguas superficiales. En este caso los compuestos químicos no necesitan ser
bioacumulados para ser tóxicos sino que su toxicidad se debe a una exposición
crónica, con dosis diarias, debido a su ubicuidad y a su perpetua descarga en
el medio acuático; estos compuestos incluso pueden tener vidas medias cortas lo
que les hace muy refractarios al ambiente acuático. Los productos químicos de
cuidado personal y farmacéuticos (PPCPs por sus iniciales en inglés pharmaceutical and personal care products) constituyen una nueva categoría de estos
contaminantes persistentes emergentes. Se
trata de productos químicos presentes en formulaciones con usos farmacéuticos,
cosméticos y de higiene en humanos y en veterinaria. A su vez se subdividen en diferentes
grupos: perfumes (musk) sintéticos, sustancias empleadas en cosmética, perfumería y detergentes,
como fragancias y bases, y con una estructura molecular muy similar; productos
farmacéuticos de elevado uso, como analgésicos, antibióticos, antiepilépticos,
antidepresivos, anticonceptivos y antiinflamatorios, etc. Aunque en algunos casos hay compuestos que pueden ser simultáneamente EDC y PPCP no tienen porque coincidir.
En
todo el mundo se han identificado más de 300 compuestos reconocidos como PPCPs en efluentes de
depuradoras, tejidos de animales acuáticos, aguas naturales y aguas de abastecimiento. El ciclo contaminante de estos compuestos tiene
como principal fuente el uso humano y su consecuente excreción. Se ha
demostrado que entre el 50-90% de los PPCPs administrados pueden ser excretados
en su forma original o en una forma biológicamente activa. Otras fuentes se derivan
del uso industrial y ganadero (siendo este muy importante por el gran número de medicamentos que consume el ganado).
Los
efluentes urbanos llevan estos compuestos hacia las plantas depuradoras donde
son eliminados en porcentajes variables y vertidos de nuevo a las aguas
naturales de ríos y lagos. Algunos autores han demostrado que varios de estos
compuestos suelen tener una baja eficacia de eliminación cuando se emplean
tratamientos convencionales.
Se
convierten de este modo en contaminantes persistentes a niveles traza (muy bajos) de
concentración (ng/l o ug/l). Ocasionalmente, pueden detectarse también en las
aguas de consumo pasando a través de los procesos de potabilización de aquellas
aguas superficiales en donde estén presentes. No existen niveles guías en
cuanto a la presencia de estos compuestos en agua de consumo. Tampoco existe
una legislación específica con respecto a los PPCPs. Únicamente en las últimas revisiones de las legislaciones vigentes tanto de las agencias tanto norteamericanas USEPA y USFDA como de la Unión Europea o australianas están comenzando a evaluar el riesgo
medioambiental de éstos y a regularlos según los trabajos expuestos y realizados por diversos centros de investigación o empresas relacionadas con la gestión del agua.
Hasta aquí los hechos. Ahora bien, ¿la presencia de estos compuestos en el agua representa un peligro para los seres que viven en esas agua y para quienes la consumen? Aquí las cosas ya no están tan claras.
Cierto es que los seres vivos en general somos un poco guarros y cuidamos poco nuestros residuos y que cuanto más evolucionados se nos supone más guarros y menos cuidadosos somos. Se tiran medicamentos por los sanitarios, aceites y otros compuestos por los fregaderos, las instalaciones de depuración de aguas residuales están infrautilizadas y mal gestionadas, la mayoría de complejos hospitalarios o granjas no disponen de depuradoras específicas, las empresas se instalan en aquellos países con menos requerimientos ambientales, etc. Pese a ello, las concentraciones de estos compuestos son tan bajas en la mayoría de las aguas analizadas, que, por ejemplo, para tomar una dosis habitual de cocaína una persona debería beberse más de un millón de litros de agua y creo que eso no va a suceder nunca - y es el compuesto que se encuentra en mayor concentración -. En el tema de las bacterias con resistencia a antibióticos, tampoco creo que sea un problema su presencia en el agua ya que la mayoría de las bacterias resistentes a antimicrobianos se producen por un uso indebido de los mismos (no se cumplen los tratamientos completos ni las prescripciones de los médicos y/o veterinarios) y dentro de los recintos hospitalarios; incluso una gran parte de las resistencias es de origen natural o debida a mutaciones. También es cierto que en algunos casos y en algunas masas de agua en las que se producen vertidos de muchas empresas, asentamientos o tierras de cultivo se han producido mortandades enormes que en algunos casos han convertido a esa masa de agua en estéril, pero son los menos. Aun así, con el tratamiento y los cuidados adecuados esas masas de agua han recobrado la vida y tenemos ejemplos como los grandes lagos entra Canadá y USA, el Rhin, el Danubio, el Mosela o el Umia.
¿Por qué han surgido todas estas alarmas? En primer lugar, porque es verdad que existe contaminación y hay que prevenir e intentar remediar el origen: ser cuidadosos y respetuosos con el medio ambiente. En segundo lugar porque cada vez hay equipos analíticos más sofisticados que son capaces de determinar concentraciones más bajas de contaminantes. En tercer lugar porque hay otras necesidades que expongo en el párrafo siguiente.
¿Qué necesidades son? Hay muchos grupos de investigación, demasiados y todos ellos necesitan financiación. Qué mejor motivo para lograr pasta que decir que se hace por el bien de la población para evitar posibles muertes y para conseguir la sostenibilidad del planeta?. Relacionado con esto están los medios de comunicación, que necesitan titulares que llamen la atención y que lleven al lector hacia esa cabecera y no hacía la del rival (probablemente también porque hay demasiados y sobrevivir es difícil) sin importar muchas veces si lo que se publica es una media verdad o una media mentira (recordar que ya dice un refrán que una media verdad es la peor de las mentiras). Ojo, hay grupos de investigación y medios que investigan de forma muy seria y aséptica el tema y también medios que lo tratan de una forma neutral no tendenciosa, pero son los menos.
Para finalizar. Ya existen sistemas de tratamiento de aguas residuales capaces de impedir que los contaminantes emergentes presentes en ellas alcancen los cauces en los que vierten. El problema es que se trata de tratamientos caros, que necesitan una gestión adecuada y que encarecen el coste de la depuración. ¿Estamos dispuestos a asumir un mayor coste por una menor contaminación y una mayor sostenibilidad?
Todos estos trabajos hacen que el conocimiento del tema sea amplio y profundo y, en relación con las noticias que han aparecido en varios medios de comunicación esta semana se puede decir:
- Que la presencia de contaminantes emergentes en las aguas residuales y superficiales es un tema conocido y estudiado en todo el planeta.
- Que las concentraciones de los compuestos estudiados, son similares en muchas partes del mundo y que no entrañan mayores peligros ni para la salud de los seres humanos ni para la de otros seres vivos.
- Que hay muchos grupos de investigación que han visto un filón en estos compuestos porque han dado y se dan muchas subvenciones para estos estudios y que los medios de comunicación han visto que es un medio para atraer lectores y compradores
- Que los tratamientos habituales de depuración no son efectivos para su tratamiento y degradación pero que las concentraciones en aguas residuales no representan un problema ecológico fundamental. Además, ya existen sistemas de depuración que tratan estos compuestos y que son eficaces y que se pueden combinar con los existentes.