Antes de empezar a opinar sobre
la eutanasia, compararé algunas de las definiciones que se dan y también varios
conceptos relacionados con ella.
Existen varios conceptos sobre lo
que es la eutanasia:
- Se define en el diccionario como: “Acto de provocar intencionadamente la muerte de una persona que padece una enfermedad incurable para evitar que sufra.”.
- La Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) la define como: ”Acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente”
- En la proposición de ley 122/000020, Proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia. Dice que se “puede definir como el acto deliberado de dar fin a la vida de una persona, producido por voluntad expresa de la propia persona y con el objeto de evitar un sufrimiento”
- En la wikipedia se define como: “la intervención voluntaria que acelera la muerte de un paciente terminal con la intención de evitar sufrimiento y dolor del individuo. La eutanasia está asociada al final de la vida sin sufrimiento”
En resumen, exceptuando la definición
de la O.M.S, (que debería ir adaptándola a la realidad) todas las definiciones
tienen en común dos puntos, que se trata de una acción encaminada a evitar el
sufrimiento de un paciente y que esa acción provoca la muerte de dicho
paciente.
Dentro de la aplicación de la eutanasia
existen dos posibilidades, la eutanasia
directa, que se refiere al proceso de adelantar la muerte de una persona
que tiene una enfermedad incurable y la eutanasia
indirecta, que se refiere a aquellos casos en los que se intentar paliar el
dolor y sufrimiento de la persona enferma y se le suministran una serie de
medicamentos que como consecuencia no intencionada pueden producir su muerte
Dentro de le eutanasia directa se
pueden diferenciar tres supuestos:
- Eutanasia Pasiva: aquella que consiste en la inhibición de actuar o en el abandono en el tratamiento iniciado, evitando intervenir en el proceso hacia la muerte.
- Eutanasia Activa: aquella caracterizada porque la provocación de la muerte se obtiene mediante acciones dirigidas a acortar o suprimir el curso vital.
- Eutanasia Activa Resolutiva: aquella en que la muerte se produce directamente como consecuencia de una acción, por ejemplo, la aplicación de una dosis mortal.
Finalmente, para acabar con los
conceptos, se puede definir la eutanasia desde el punto de vista social,
religioso, ético o incluso jurídico por el que se le aplica a alguien. En este
supuesto existen tres posibilidades:
- Eutanasia Piadosa: aquella que tiene por objeto evitar el sufrimiento de un enfermo terminal principalmente cuando es exigida en forma seria y consciente.
- Eutanasia Eugenésica: aquella que se dirige al mejoramiento de la raza humana.
- Eutanasia Económica: aquella dirigida a eliminar a las personas cuyas vidas se consideran inútiles, exentas de valor vital y de costoso mantenimiento.
No me voy a extender más en este
capítulo y, a partir de este momento, voy a opinar, evidentemente desde mi
propia perspectiva, sobre la eutanasia, sus consecuencias y su ética o vileza.
Empezando mi opinión por la parte
social de la eutanasia. Lo más fácil, empezando por el final, y creo que hay un
consenso bastante amplio es concluir que tanto
la eutanasia eugenésica como la eutanasia económica son términos equívocos que
lo que realmente esconden tras de si es la selección de la raza. Es decir,
se trata de asesinatos puros y duros y a lo largo de la historia de la
humanidad hay ejemplos y ejemplos. (ya hablé de eugenesia y teorías que la
avalaron en este blog, concretamente en https://planckito.blogspot.com/2017/08/a-que-utopia-nos-dirigimos-caminamos-un.html)
El problema de enjuiciamiento empieza cuando se habla de la eutanasia
piadosa - lo que realmente yo entiendo por eutanasia y a la que así denominaré
a partir de ahora - y ahí es donde se encienden los ánimos y el debate deja
de ser sosegado. Para muestra no hay más que leer los interesantísimos,
razonados, sosegados, aclaratorios, oportunos y fundados comentarios de los
parlamentarios que intervinieron en el debate de la mencionada ley de eutanasia
que se celebró en el congreso este mes. Por ejemplo: el diputado del PP José Ignacio Echániz
largaba que “el asunto
financiero" que, según él, subyace de la propuesta socialista “por el ahorro que supone para el sistema
no tener que seguir tratando a personas enfermas y mayores”; la portavoz
de Vox, Lourdes Méndez decía: “la ley
convierte al Estado en una máquina de matar y a los médicos en sus cómplices y
verdugos” o "Ahora el Estado
tiene la obligación de quitar la vida a quien lo pida"; la diputada
socialista María
Luisa Caicedo replicaba: “O
sólo es con las del PSOE, que somos unos malvados que queremos ir matando a la
gente por la calle” y para finalizar esta pequeña revisión, el portavoz de Unidas
Podemos, Pablo Echenique concluía: “Frente
a los discursos sin escrúpulos de la extrema derecha y la extrema extrema
derecha, nosotros y nosotras trabajamos para que la gente siga conquistando
derechos”.
Sin duda la eutanasia está
afectada por muchas ideas preconcebidas y por las creencias morales de cada uno
de nosotros, pero cuando se produce un debate que va a afectar a toda la
sociedad, quizá los argumentos deberían de ser otros y los medios de
comunicación deberían utilizar otros titulares y no convertirse en altavoces de
la crispación, las frases sin contenido y el enfrentamiento. Seguramente todos
y cada uno de nosotros hemos tenido en nuestras familias casos en el límite de
la decisión sobre como actuar.
En este punto es donde debe
diferenciarse entre los casos de eutanasia directa. Yo creo que la eutanasia directa pasiva o incluso la
eutanasia directa activa no resolutiva realmente no son casos de eutanasia sino
que se trata de no prolongar innecesariamente la vida de una persona que ya
no tiene curación y en la que la mayoría de nosotros estaremos de acuerdo.
Abandonar un tratamiento o decidir que no se quiere vivir conectado a una
máquina siendo un vegetal creo que ya es un derecho al que cualquiera de
nosotros puede acogerse directamente o a través del “testamento
vital”, cuyo nombre real es Documento de Voluntades Anticipadas, y que se trata de un documento con el que
cualquier persona mayor de edad con plenas facultades y capaz, deja constancia de los tratamientos y
cuidados médicos a los que quiere (o no) ser sometido cuando ya no
sea consciente, o bien nombre a una persona para que le sustituya a la hora
de tomar la decisión. Sin embargo, este documento solo frena la extensión
de la vida por medios artificiales, pero no legitima la práctica de la
eutanasia, es decir, la acción de procurar la muerte a una persona que en
situación terminal solicita poner fin a sus sufrimiento, Este testamento es
legal y cualquiera de nosotros lo puede redactar y está disponible en los
registros del Sistema Nacional de Salud.
En resumen, que solo queda el
caso de la eutanasia activa resolutiva, el caso más controvertido y que en
resumen se trata de asistir en la muerte a una persona que por el motivo que
sea no puede hacerlo ella misma. Sin duda es un tema que se debe regular y que
cuanto más regulado esté más ayudará a que no se cometan desmanes,
irregularidades, triquiñuelas o asesinatos. Que habrá quien viole los
supuestos, sin duda igual que hay quien asesina, viola, roba o comete cualquier
otro tipo de delito prohibido por multitud de leyes. Es
un debate que debe evitar caer en el campo de la religión porque ni todas
las personas tienen creencia ni los ritos en todas las religiones son iguales.
Es sabido que las posiciones oficiales del Catolicismo, del Judaísmo y del
Islamismo, son coincidentes en el rechazo radical, sin fisuras, de la eutanasia
y el suicidio. Respecto a las confesiones Protestantes, en opinión de Jesús
Bastante, redactor jefe de Religión Digital, “las confesiones cristianas no católicas no forman una unidad: hay miles
de religiones evangélicas de distinto tipo, muy diferentes entre sí” y “al igual que en el caso de la Iglesia
católica, las diferencias de matiz dependen más de las situaciones culturales
que de la religión en sí” e incluso la ética tiene ciertos prejuicios como
subraya el teólogo católico Juan José Tamayo, “es un tema incómodo para la ética, quizá por una concepción sacral e
idealizada de la vida y por una imagen trágica de la muerte y del miedo a la
nada”. Por tanto el debate deber ser en términos sociales y en acotar muy
bien en que casos se puede aplicar la eutanasia a quien la solicite.
Pese a opiniones como que las que expresa Gonzalo Herranz, que en el prólogo de la obra de Carla Fibra “Las razones médicas en contra de la legalización de la eutanasia”. Barcelona: Planeta, describe en cuatro fases las situaciones por las que pasaremos en caso de ser despenalizada la eutanasia:
- Se presentará la eutanasia como un tratamiento que sólo puede aplicarse en ciertas situaciones clínicas extremas, sometidas a un control estricto de la ley.
- Tras pocos años, la reiteración de casos irá privando a la eutanasia de su carácter excepcional. La habituación se producirá de que es una intervención no carente de ventajas, e incluso una terapéutica aceptable. La eutanasia le ganará falazmente la batalla a los cuidados paliativos por ser más indolora, rápida, estética, y económica convirtiéndose para el enfermo en un derecho exigible a una muerte dulce, para los allegados en una salida más cómoda, para algunos médicos un recurso sencillo que ahorra tiempo y esfuerzos, y para los gestores sanitarios una intervención de óptimo cociente costo/eficacia.
- Para aquellos profesionales que acepten la eutanasia voluntaria, la eutanasia se convertirá, por razones de coherencia moral, en una obligación indeclinable. Esta fase comporta la eutanasia involuntaria. El médico razona que la vida de ciertos pacientes capaces de decidir es tan carente de calidad, tienen ta alto costo, que no son dignas de ser vividas. Es muy fácil expropiar al paciente de su libertad de escoger seguir viviendo.
- Se generalizará este concepto a otros enfermos y la eutanasia sustituirá a a medicina
Pero yo lo resumiría así. Si bien
el nacer y el de morir no son más que
hechos y sólo hechos, adornados naturalmente de toda la relevancia y derechos
que se quiera. Por tanto el hecho real es que la persona que pide la eutanasia está
ante un hecho que debe transformarse en un derecho. Sin ayuda a vivir tampoco
viviría y sin ayuda a morir se prolongaría su agonía. Como conclusión, regular la eutanasia es convertirla en un
servicio y regulándola tampoco se obliga a nadie a solicitarla ni obliga a un
médico a aplicarla. Si esos fuesen los términos, obligar a aplicarla o que se debiera solicitar, no se estaría
hablando de eutanasia, estaría hablándose de asesinato y eso tendría otro
tratamiento. Un buen ejemplo de libertad son estas dos opciones:
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