La semana pasada, en un alarde de diplomacia, reflexión, conocimiento y
sentido común, el aspirante (hoy ya presidente) a presidente de los
Estados Unidos de Norteamérica, el histriónico Donald Trump declaró: Se debe prohibir la entrada en USA a todos los musulmanes. Sus palabras fueron: “Hasta que no podamos determinar
y comprender este problema y la amenaza que representa, nuestro país no puede
seguir siendo víctima de ataques horribles de personas que sólo creen en la
‘yihad’ y que no tienen ningún sentido ni respeto a lo que significa la vida
humana”, los musulmanes que aspiren a entrar en Estados Unido deberán
permanecer en sus países “hasta que las autoridades de nuestro país puedan averiguar
lo que está pasando”.
No tardó mucho en contestar un ilustre musulmán
americano, Kareem Addul Jabbar que declaró
entre otras cosas: “Trump es el mejor
trofeo que ha logrado ISIS: es el candidato perfecto, que en lugar de ofrecer
soluciones políticas
reales y viables, prefiere apelar al miedo de la sociedad. Con esa
actitud, Trump hace el mismo trabajo que hace ISIS".
Este cruce de declaraciones ha originado una polémica
entre ambos personajes que lleva tintes de convertirse en una guerra con
diversos personajes que se han apuntado a cada bando.
Esta discusión es un caso evidente y claro de
lo que es un enfrentamiento mal entendido entre religiones y que no pasa de ser un uso indebido de las creencias para justificar determinadas acciones o buscar cosas ajenas a las que propone la religión como pueden ser votos. Es cierto que la
religión ha sido, es y probable y desgraciadamente será fuente de enormes y cruentos conflictos
en la historia de la humanidad. En Europa, por ser lo más cercano. Se pueden
citar:
- Las cruzadas, una serie de campañas entre los siglos XI y XIII para reconquistar Tierra Santa a los musulmanes
- Las guerras religiosas en Europa como consecuencia de la contrareforma religiosa debida al intento del Sacro Imperio Romano de terminar con la reforma protestante.
- Las guerras turcas, diversos enfrentamientos entre europeos y turcos a lo largo de la historia y de las cuales la más importante es la conocida como las guerras habsburgo-otomanas.
Pese a todo ello, en la mayoría de los casos se trató de
guerras con intereses diferentes a los religiosos aunque las diferencias de
credo entre los litigantes hizo que el
factor religioso fuera muy importante en ellas. Sin embargo, hoy en día hay coincidencia en opinar que los motivos
determinantes fueron geopolíticos, lo que explica que simultáneamente cada una de
ellas tuviera enfrentamientos con otras potencias de su misma religión y que
incluso hubiera alianzas con potencias de la religión opuesta. Aún así
es obvio que estas guerras han hecho héroes en sus respectivas naciones así
como rechazados en los rivales a personajes como Juan de Austria, Soliman el
Magnífico, Ricardo Corazón de León, Godofredo de Bouillon o Saladino.
De todas formas, el verdadero problema no reside en esas guerras
históricas, actualmente asumidas por la mayoría de los países y tomadas como
episodios del pasado en la mayoría de los casos – yo he estado varias veces en
la mezquita de Soliman en Estambul y entiendo perfectamente que allí sea un
héroe y no siento ninguna animadversión por él ni por Turkía -. El problema es
que en plenos siglos XX y XXI se mantiene la excusa religiosa para eliminar al
enemigo y además hacerlo de una forma cruel. En los últimos 200 años tenemos ejemplos tan
horribles como:
- Conflicto entre serbios ortodoxos y croatas católicos en los Balcanes
- Luchas entre hindúes y musulmanes en India y Pakistán (Cachemira)
- Conflictos entre musulmanes y budistas en Birmania.
- Conflictos entre musulmanes y cristianos en muchos lugares: coptos en Egipto, chechenos y musulmanes en Rusia, Católicos en Líbano.
- Conflictos entre judíos y musulmanes en Oriente Medio.
- Conflictos entre distintas confesiones musulmanas (chiíes y sunies), hinduistas (Sij y tamiles) o cristianas (Irlanda del Norte)
- El nacionalismo religioso Sij
- El conflicto latente e interminable del Tibet
Y, a todos ellos, se les debe de sumar la aparición de una
rama terrorista, deslocalizada llamada DAESH, ISIS, estado islámico que está descontrolada y que ha cambiado la estrategia o la idea tradicional de guerra, extendiendo los actos terroristas allí donde es capaz de realizarlos e intentando provocar el mayor daño material y psicológico posible. Ante todos ellos nos
debemos preguntar si realmente es la religión la culpable de esos conflictos o
es una buena excusa para mantenella y no enmendalla.
Muchos filósofos han declarado a lo largo de la historia
cosas como: “La religión es el opio del
pueblo” de Karl Marx; “Dios ha muerto” de Friedrich Nietzsche; “Si Dios no existe, todo está permitido; y si todo está
permitido la vida es imposible” de Fedor Dostoievki: Creo que ese es el error, mezclar a Dios con los humanos y
que se resume perfectamente en esta otra cita de Nietzscehe: “El hombre, en su
orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza”. En esto se resume la falacia, en mezclar física con
metafísica e intentar justificar en un dios lo que no dejan de ser conflictos
humanos originados por otros motivos como pueden ser el poder, la ambición o el
deseo de riquezas. Muchas veces la necesidad de buscar un motivo superior o una
causa universal que justifique los actos más atroces ha llevado a la
utilización de un concepto absoluto o un axioma irrefutable que lo justifique y
ese se ha encontrado en un dios que sirve para ello. Esa misma idea la reflejó
Benjamin Franklin en “Si los hombres son
tan perversos teniendo religión, ¿cómo serían sin ella?.”
Albert Einstein lo resumió muy bien en una carta remitida al New York
Times: “Creo en el Dios de Spinoza, que nos revela una armonía de
todos los seres vivos. No creo en un Dios que se ocupe del destino y las
acciones de los seres humanos. La palabra Dios para mi no es nada más que la
expresión y el producto de la debilidad humana, [y] la Biblia es una colección
de honorables pero aun así primitivas leyendas que sea como se las vea son
bastantes infantiles.” Y que también se encuentra en la frase que John Lennon escribió en su día y que no se resume en “Los Beatles somos más
famosos que Jesucristo” sino que dice: “El Cristianismo se irá. Desaparecerá y
se encogerá. No necesito discutir sobre eso, tengo razón y voy a tener razón.
Nosotros ahora somos más populares que Jesús, no sé qué se irá primero, si el rock and roll o el Cristianismo. Jesús estaba bien pero
sus discípulos eran ordinarios, son ellos los que para mí
lo arruinan.”
En resumen, justificar crímenes y actos contra la humanidad
en nombre de Dios es lo mismo que justificar el asesinato de todos aquellos que
no piensan de una determinada manera. Por ejemplo, justificar la existencia de
una única raza superior al resto…seguro que esto les suena mucho a los europeos
que vivían en la década de los 30.